En mis 10 años de vocación, formación y servicio aprendí mucho. En principio, superé el desafío de salir del closet esotérico y nombrarme como “médium”
lo cual trajo liviandad y evolución a mi alma humana. Hoy, puedo reconocer que considerarme solo “médium” me limita. En general, se cree que las personas médiums sólo nos comunicamos con los muertos (di parlare con gli spirit). Sin embargo, en el universo espiritual hay muchas almas, espíritus e inteligencias que buscan dar sus mensajes, inspirar o enviar sus energías de sanación.
La funcionalidad de cada médium suele manifestarse de forma natural: algunos dibujan, escriben, hacen comunicaciones o utilizan su canal como puente de transformación. Al descubrir mi afinidad y contribuir a la actualización del conocimiento sobre la Mediumnidad y las Lecturas Akáshicas, he adoptado oficialmente el título de Traductora Psíquica.
Como Traductora Psíquica, tengo la capacidad de percibir más allá de lo visible. En sesiones 1:1 y en los cursos, comunico voces de almas, espíritus y guías, no solo de personas fallecidas.
Utilizo la videncia y la clariaudiencia para abordar diversos espacios y satisfacer las necesidades perceptivas. En algunas sesiones, guío a almas perdidas hacia el camino de la unidad. En entornos presenciales, canalizo los campos psíquicos de las personas, transformando la energía con asistencia. Descubrí que también me comunico con animales y ambientes.
Esta capacidad se predispone en momentos específicos, a veces buscando apertura y otras respondiendo al pulso de lo que llega reiteradas veces. Incluso, he practicado en algunas sesiones las incorporaciones aunque no son mis preferidas. Mi alma resuena con la capacidad de decir y comunicar lo que siento, veo y escucho en la medida en que me sienta a gusto y con el permiso de a quien le doy el mensaje. A mayor afinidad, más facilidad con el servicio de canalizar.